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CÓMO ACOMPAÑAR LAS RABIETAS PASO A PASO (PARTE 2)



(Si te perdiste la primera parte, pincha aquí)

Continuamos con nuestro paso a paso para ACOMPAÑAR rabietas de manera respetuosa tanto para nuestros peques como para nosotros (las dos partes son importantes). 

Después de entender un poco mejor de lo que estamos hablando, desterrar mitos y miradas de adulto y ponernos en la piel de nuestros pequeños, los pasos que nosotros hemos acordado dar para acompañar las explosiones emocionales de nuestros hijos son los siguientes:

1º) Prevenir mejor que curar

Aunque hemos dicho que las explosiones emocionales son necesarias e incluso "deseables", es cierto que vamos a tener explosiones "de sobra", así que las que podamos prevenir debemos intentar prevenirlas. ¿Cómo?

1. Las necesidades básicas del peque deben estar cubiertas

Es muy fácil desbordarse (para los adultos también) en situaciones donde los peques tienen sueño, están cansados, tienen hambre o sed, frío, calor, están incómodos... Así que podemos adelantarnos a estas situaciones procurando que nuestro pequeño tenga siempre estas necesidades cubiertas (en la medida de lo posible, obviamente). 

2. Evitar situaciones potencialmente conflictivas y que se pueden evitar

Es decir, anticiparnos a nuestro pequeño a medida que lo vamos conociendo. Por ejemplo, si sabemos que siempre que pasamos por determinada tienda nuestro peque pide una chuche o un juguete y tiene una rabieta porque le decimos que no... evitaremos en la medida de lo posible pasar por ese lugar cambiando el camino, sobre todo si además no vamos a tener tiempo de acompañar esa rabieta (por ejemplo si vamos con prisa a algún sitio). 

3. Anticiparle al niñ@ lo que vamos a hacer y/o los cambios

Según María Montessori, sobre los dos años (y hasta los 5 o 6...) se da el periodo sensible del orden, momento en el cual los peques suelen reaccionar "bastante mal" ante los cambios dentro de sus rutinas.

Para ayudarles, podemos anticiparles estos cambios, por ejemplo mediante un cuadro de rutinas, o anunciarles con antelación aquellos acontecimientos importantes que creemos que pueden suponerles algún problema o que provocarán alguna variación en el desarrollo habitual de su vida familiar. 


Este punto me fue de especial ayuda con S. Por ejemplo, cuando se acercaba un cumpleaños (S odiaba los cumpleaños cuando tenía 1-2 años) se lo anticipaba con varios días de antelación, preparábamos un regalo juntos, le avisaba de que la gente cantaría el "Cumpleaños Feliz" (este era el punto que más odiaba S... el momento canción/aplausos/jaleo)... Lo mismo hacía cuando nos íbamos de vacaciones o de fin de semana, le anticipaba que dormiríamos en una casa diferente, con una cama diferente y que iríamos con X personas. 

Todas las noches veíamos en nuestro cuadro de rutinas lo que iba a pasar al día siguiente (toca ir a misa, iremos a comer a casa de los abuelos, iremos al médico, mamá se irá por la mañana y cuando te despiertes estará contigo la abuela...) y la diferencia entre anticiparle estos cambios y no anticipárselos fue increíble. 

4. Plantéate si lo que te está pidiendo el peque realmente no es viable

Antes de dar un NO por respuesta ante una petición yo suelo preguntarme si realmente ese NO es verdadero. Me explico, a veces mis hijos me piden cosas que NO ME APETECE concederles por MI COMODIDAD (entendiendo en este caso "comodidad" como algo egoísta).

Por ejemplo: Me acabo de sentar a comer por fin y escucho algo como..."Mamá, quiero más uvas", podría decir "No, ya has comido demasiadas" pero ¿sería cierto? En algunos casos sí, pero en otros reconozco al instante que me puede más la pereza de volverme a levantar por vigesimoquinta vez y ponerme ooootra vez a despepitar uvas mientras se enfría mi comida. Si la verdadera razón es la segunda... ese NO podría haberse evitado.

Obviamente hay cosas que NO son negociables por distintas razones (pero principalmente porque ese NO es por lo que consideramos que es EL BIEN de nuestros hij@s) y esos NOES serán completamente necesarios, a pesar de las "rabietas" que puedan ocasionar (por ejemplo: atarse el cinturón del coche, ponerse el casco para ir en bici, no excederse con las "guarrerías"...)


...Pero si aún así hay desborde emocional...


2º) Mantén la calma y controla TUS emociones

No podemos controlar las emociones ni las expresiones emocionales de nuestros hij@s (ni de los demás en general) pero sí que tenemos el "poder" de controlar las nuestras (o deberíamos intentar tenerlo). Tampoco podemos pedir a los niños que controlen sus desbordes si nosotros tampoco lo hacemos.

Lo sé, es difícil porque las neuronas espejo juegan en nuestra contra, nosotros también estamos cansados, perdemos la paciencia... pero precisamente por esas neuronas espejo, debemos mantener la calma porque eso ayudará a nuestro peque a volver a recuperarla.

¿Cómo podemos hacerlo?

1. Si estás en público y eso te estresa ve con el niño a un lugar privado

Para mí esto es clave. En público lo hago fatal, me siento observada, juzgada, la gente interviene y "te estropea" el plan... Así que si puedo irme a una habitación con el peque, lo cojo (si me deja) y me voy, si no me deja (no lo cojo a la fuerza) pido educadamente a los demás que nos dejen un momento solos. Si estoy en la calle intento buscar un sitio recogido y solo y nada más cuando no me queda más remedio, me quedo donde estoy e intento meterme en una burbuja (pero ya digo, en mi caso esta opción suele acabar fatal).

2. Si ves que vas a desbordarte... vete y respira un momento

Dile al peque "vuelvo enseguida", vete un momento y respira. Una vez leí que les miremos sus manitas para recordar lo pequeñitos que son. A mí me ayuda recordar las veces que están tranquilitos y dormiditos a mi lado, con su cuerpecito acurrucado... y vuelvo a conectar con ese niñ@ que me dice "mami, no explotes, ayúdame".

Vuelve en cuanto te hayas calmado.


3º) NO intentes PARAR la "rabieta"

¿Os suena eso de "¡No llores!", "Cuando lloras estás muy fe@"...? Con ese tipo de expresiones lo único que conseguimos es transmitir a nuestros pequeños que llorar es malo, y no, llorar no es malo, es una forma más de manifestar nuestras emociones.

Una vez leí que la necesidad de que el niñ@ deje de llorar o gritar en ese momento es del adulto, no del niño. A nosotros nos molesta el llanto, nos inquieta, nos insta a responder urgentemente para calmarlo (es supervivencia, estamos muy bien hechos)... pero en este momento NO es en lo que debemos centrarnos si lo que queremos es acompañar la explosión emocional de nuestros peques.

Además, intentar parar la rabieta en ese momento de explosión (razonando, preguntando, ordenando, pidiendo, CEDIENDO A REGAÑADIENTES, distrayendo con otra cosa...) es como intentar contener un tsunami... misión imposible y además empeora las cosas, tú te frustras y el niñ@ también.


4º) ACOMPAÑA las emociones de tu hij@

Como no podemos parar el tsunami, vamos a ACOMPAÑARLO, a CONTENERLO y a guiarlo hacia la CALMA... Y aquí viene lo difícil porque cada niñ@ es distint@ y las formas de acompañar a cada uno también (esto acabo de aprenderlo con las rabietas de R).

¿Cómo? Por ejemplo:

1. Ponte literalmente a su altura

Osea: agáchate, arrodíllate, siéntate en el suelo, túmbate si está tumbado... que no te vea como a un "gigante inaccesible". Además intenta tener una actitud corporal abierta, relajada y acogedora (nada de brazos cruzados o "en jarras", ceño fruncido... cara relajada y brazos preparados por si hay que abrazar).


2. Empatiza REALMENTE con sus emociones

A nosotros nos puede parecer una tontería llorar porque no me dan ese juguete pero... acordémonos de cuando éramos niñ@s... ¿nos parecía igualmente absurdo?

Intentemos realmente entender las emociones que se están desbordando en nuestr@ hij@, para hacernos cargo verdaderamente de lo que siente (no digamos que les entendemos solo porque creemos que es "la fórmula" para acompañarles).

3. Si te deja... busca contacto físico

Si el niñ@ te deja (si no, NO) abrázalo, cógelo, dale la mano, dale un beso... Si no te deja (dice que no, te aparta, te pega...), acércate lo más que te deje.

Obviamente si el niñ@ se va a hacer daño a sí mim@ o a otros tenemos que intervenir, pero si no le dejaremos su espacio si lo necesita.

4. No hables de ti (o de tus razones), habla del niñ@

Como ya hemos dicho no es momento de razonamientos ni de sermones, limítate a VALIDAR lo que está sintiendo, es decir: pon palabras a lo que siente y añade que es normal sentirse así en esos momentos.

Por ejemplo: "Me parece que estás muy enfadado, querías más chucherías y te he dicho que no. Es normal enfadarse cuando uno no consigue lo que quiere."

Si empezamos a hablar y el desbordamiento aumenta de intensidad significa que NO ES EL MOMENTO de validar, así que nos callamos y acompañamos en silencio. Yo suelo decirles: "Esperaré aquí contigo a que te encuentres un poco mejor".

5. Cuando parezca que vuelve la CALMA recuerda: Conexión antes que corrección

Cuando el desborde emocional va remitiendo tampoco es el momento de dar sermones o argumentos. Es el momento de reconectar, de hacer que el niñ@ se sienta bien de nuevo. ¿Cómo? Podemos abrazarnos, decirnos cuánto nos queremos, hacernos cosquillas, bailar, reírnos, leer un pequeño cuento...

Sí, podemos hacer todo eso aunque no tenga nada que ver con la "rabieta", con la "lección que creemos que debería aprender", con lo que "nos gustaría que hiciera la próxima vez que..." Ya abordaremos estas cuestiones más adelante, cuando verdaderamente sea el momento.

"Muchos padres piensan que deben ocuparse del problema 
en el mismo momento que ocurre el disgusto. 
Este es precisamente el peor momento para ocuparse del problema."

Jane Nelsen


5º) Da alternativas o buscad soluciones

Por último, cuando hemos reconectado y nos sentimos bien, podemos intentar dar alternativas, razonar con el niñ@, buscar soluciones al problema, corregir con cariño lo que haya que corregir...

Esto puede ser inmediatamente después... o no. No pasa nada por esperar hasta la noche, o incluso hasta el día siguiente. Lo importante es encontrar un momento en el que el niñ@ esté realmente calmado y receptivo y sobre todo, un momento en el que los dos nos sintamos bien.


Y por qué queremos hacerlo así...

Estos son los pasos que J y yo hemos acordado para acompañar a nuestros hijos durante sus explosiones emocionales. Obviamente, cada situación y cada niñ@ son un mundo, pero lo que sí puedo asegurar es que todos nos sentimos mejor haciéndolo "más o menos" así.

Además... para J y para mí es muy importante el hecho de que esta forma de tratar a los niños se parece bastante a la que creemos que Dios utiliza con nosotros... Cuando tenemos un "desborde emocional gordo" ¿acaso no nos está esperando en el Sagrario con los brazos abiertos? ¿Acaso no está deseando ofrecernos consuelo, haya pasado lo que haya pasado? ¿Acaso nos ignora por completo hasta que se nos pase? ¿Acaso no nos ofrece también, gratuitamente y sin juicios, el sacramento de la Confesión por si necesitamos pedir perdón?

Nuestra experiencia, al menos, así nos lo demuestra y si Él actúa de esa manera con nosotros, sus pequeños ¿cómo no intentar asemejarnos a Él al tratar a los nuestros? La "única" diferencia es que Dios, si se desborda, es en AMOR y a nosotros... a veces nos falta bastante de eso 😁.

Pues lo dicho, hagamos sentir a nuestros peques que estamos ahí para acompañarles en lo que necesiten, estén contentos o tristes, calmados o enfadados, hayan hecho las cosas bien o mal... estamos ahí.


Como resumen, debajo os dejo este cartelito (formato A4) que nosotros vamos a poner en nuestro salón para acordarnos de los pasos, y también podéis imprimirlo en chiquitito para llevarlo a mano en la cartera, por ejemplo... nadie nace sabiendo hacer esto... y nosotros, al menos, tenemos que empeñarnos en aprenderlo, ya que con nosotros no lo hicieron así y no nos sale (de momento) todo lo natural y espontáneo que nos gustaría 😊.




¿Qué os parece esta manera de acompañar a nuestr@s niñ@s? ¿Creéis que os ayudaría a sentiros mejor unos con otros?

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