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CÓMO ACABAR CON LAS RABIETAS PASO A PASO (PARTE 1)




¡Ay, amig@s! Si habéis pinchado pensando que obtendríais una fórmula mágica para "solucionar" estas situaciones tan incómodas para los padres y/o educadores de peques en torno a los 2 y los 4 años... Lo siento, tengo que deciros que NO EXISTE esa fórmula mágica. Pero, si has pinchado aquí... por algo será, así que sigue leyendo 😉.


Mis hijos y sus "rabietas"

Actualmente mis hij@s tienen exactamente esas edades: R tiene 2 años y S está a unos días de cumplir 4, así que nos encontramos en pleno auge de las llamadas "rabietas", sobre todo con R.

La gente de mi alrededor se equivocaba y este verano hemos podido comprobarlo. S nunca ha sido de "rabietas", lloraba obviamente, como todos los niños, sobre todo de bebé, lloraba constantemente (pero constantemente), demandaba constantemente (no sé si habéis oído hablar de los bebés de alta demanda, pero también hablaré de ellos en algún momento), pero lo que demandaba era estar conmigo y si estaba conmigo se le pasaba el disgusto, lo demás le daba igual. 

Cuando aprendió a comunicarse (que no a hablar), lo hacía tan bien que solía conseguir lo que pedía y obtenía tan pocos "noes" de nuestra parte (obviamente tenemos límites, pero los justos y necesarios) que cuando decíamos que NO a algo y le dábamos un por qué (pese a tener 2 años) entendía perfectamente nuestras razones y no "armaba ningún berrinche". Además siempre ha sido un niño muy hábil, y nosotros le hemos dejado hacer, así que ha tenido pocas frustraciones y cuando las tenía, nos dejaba acompañarle y utilizar los recursos que teníamos en ese momento.

Solo recuerdo una vez, una única vez de desbordamiento emocional de S en la que estuvo llorando 45 minutos seguidos, y era porque tenía sueño. Ya. Con el resto de cosas se comunica, las gestionamos, razona, es capaz de cambiar de opinión (pese a lo rígido que es para algunas cosas, para otras es muy dócil), pero explosiones emocionales gordas, nunca más. Aunque S nunca ha sido un "niño habitual". 

Pero R... lo de R es de libro y este verano ha sido tremendo. Ella ya apuntaba maneras, pese a que nadie me creía. R siempre ha sido muy "de explotar", vamos un bebé con carácter (explotaba y punto, no se consolaba con estar conmigo). Se frustra más que Stardó más en comunicarse con nosotros así que cuando no la entendíamos explotaba en llanto (esto con 1 año), le cuesta cambiar de opinión y aceptar nuestras razones, está en pleno auge y afirmación del YO, en plena etapa del NO, quiere a toda costa diferenciarse de su hermano (factor con el que no contaba S en su momento) y cuando se lía consigo misma... llega un punto en que ni siquiera ella sabe lo que quiere y, "lo peor" es que no nos deja acompañarla con los recursos de los que disponíamos hasta ahora... 

Conclusión: explota a lo grande. Pero a lo grande, la típica rabieta de supermercado en la que el niño se tira al suelo, patalea, pega, te aparta, se pone rígido, no deja ni que te acerques y los padres se mueren de vergüenza... pues así es mi R. 

Así que ahora estoy recordando y re-aprendiendo cosas que no pude poner en práctica con S porque no me dio la oportunidad (si es que cada hij@ es un mundo...) y estos días he estado reelaborando mi plan de acción frente a las rabietas y me gustaría compartirlo con vosotr@s por si necesitáis más ideas sobre cómo ACOMPAÑARLAS

Sí, sí, habéis leído bien... no pretendemos eliminarlas, pretendemos ACOMPAÑARLAS. Vamos con  la primera parte de este paso a paso (en cuanto pueda, la segunda, no desesperéis). 


1. Cada cosa por su nombre

Para entender mejor de lo que estamos hablando lo primero es empezar a llamar cada cosa por su nombre. 

Hablo de RABIETAS para que nos entendamos todos, pero a mí, al menos, me ayuda a cambiar el chip llamarlas EXPLOSIONES O DESBORDAMIENTOS EMOCIONALES. Porque eso son las rabietas, un "todojunto" que se acumula en un cuerpecito tan pequeño que no sabe cómo gestionar ese lío de emociones, sentimientos y sensaciones y entonces... se desborda y/o explota (podéis buscar definiciones más técnicas en Internet, pero seguro que así os hacéis cargo de lo que hablo...)

Y hablamos de ACOMPAÑAR no eliminar o erradicar (ni mucho menos evitar) porque las "rabietas" son parte del proceso evolutivo NORMAL del desarrollo humano que se da entre los 2 y los 4-6 años. Es decir, que el que un niño de 2 años tenga una explosión emocional y se tire al suelo pataleando es NORMAL y en cierto modo "deseable", ya que eso es signo de que está MADURANDO al comenzar a identificarse como persona diferente a las demás y con entidad e ideas propias (antes pensaba que era parte de su mamá) y le va a brindar una oportunidad perfecta para aprender a gestionar sus emociones

Distinto sería que un adolescente de 15 años tuviera una explosión emocional y se tirara al suelo pataleando... o que lo hiciera un adulto, pero... ¡Oye! y ahora os pregunto a vosotros, adultos... ¿acaso no seguís teniendo "rabietas/explosiones emocionales"? ¿No os pasa actualmente que se os juntan un montón de cosas (el "todojunto") y explotáis mandando a la porra las buenas formas y llevándoos por delante a quien esté con vosotros en ese momento? ¿Sois capaces de gestionar a la perfección todos vuestros sentimientos, sensaciones y emociones SIEMPRE, aunque os sintáis desbordados, cansados, agobiados, acorralados, estresados, nerviosos, asustados, amenazados...?

¡Ajá! No somos tan diferentes, igual no nos tiramos al suelo en el supermercado pero hay muchas veces en nuestra vida en las que no gestionamos correctamente nuestras emociones y tenemos "rabietas de adultos" ¿o no?


2. Destierra los mitos

Si interpretamos el comportamiento del niño en ese momento desde nuestra mirada de adulto, caeremos inevitablemente en falsas creencias del tipo "me está manipulando", "es un caprichoso", "solo busca atención"...

Pero si investigamos un poco sobre el desarrollo de nuestros hijos... descubriremos que:
  • No son caprichosos, son pequeños y viven en el YO, el Aquí y el Ahora.
  • No nos están manipulando, no han desarrollado la teoría de la mente (que se desarrolla entre los 4 y los 5 años), así que no tienen las habilidades cognitivas necesarias para manipular a nadie.
  • No nos están desafiando, simplemente no saben tolerar la frustración. 
  • No son egoístas, son egocéntricos, están empezando a diferenciarse a sí mismos de otros y cognitivamente no son capaces de pensar en cómo te puedes estar sintiendo tú (de nuevo la teoría de la mente entra en juego).
  • No quieren llamar nuestra atención, necesitan y dependen de nuestra atención, necesitan pertenecer. 
En definitiva... tienen 2, 3, 4 o 5 años y se comportan como tal. Necesitan que les enseñemos a gestionar sus emociones de la forma correcta y las "rabietas" son ocasiones perfectas para aprenderlo.


3. Ponte literalmente en su lugar

Por último (por hoy) piensa de nuevo en algún desborde emocional que, como adulto, hayas tenido últimamente, por ejemplo con tu pareja. 

¿Qué te habría gustado que la persona a la que más quieres hiciera en ese momento? ¿Te gustaría que te hubiera ignorado? ¿Que te hubiera gritado o pegado? ¿Que se hubiera burlado de ti? ¿Que te hubiera humillado? ¿Qué te hubiera "retirado su cariño"? ¿Que te hubiera castigado?

Seguramente tu respuesta sea que no. Cuando nos desbordamos emocionalmente como adultos nos gusta sentirnos profundamente entendidos, escuchados y acogidos, puede que nos guste que nos den un abrazo, o que nos cojan de la mano, o que nos digan "cuéntame más, qué te pasa"... En definitiva, nos gusta sentirnos AMADOS. 

¿Por qué entonces actuamos de manera distinta con los niñ@s? 

Ya sé, ya sé: "mis padres me ignoraban en ese momento y no he salido tan mal"... ¿En serio? ¿De verdad creemos que "no hemos salido tan mal"? ¿Acaso los adultos de hoy en día sabemos gestionar nuestras emociones? ¿Sabemos que llorar NO es malo? ¿Sabemos que enfadarnos NO ES MALO sino NECESARIO? (El problema está en dejarnos llevar por los arranques de IRA, es distinto) ¿Sabemos que ser complacientes constantemente es peor? ¿Sabemos decir que NO a otros adultos cuando lo necesitamos¿Sabemos ser ASERTIVOS? 

Sinceramente, yo no, y eso NO ES lo que quiero para mis hijos, por eso, no ignoro rabietas, por eso intento (porque sigo aprendiendo) ACOMPAÑAR rabietas. 



Gracias por llegar hasta aquí y si quieres saber cómo "intento" hacerlo te espero en unos días con la segunda parte de este post 😉.

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