Y de nuevo, Septiembre. Justo hoy hace un año que empezaba con esta "mini aventura" del blog... y no puedo estar más contenta de aquella decisión que tanto bien nos está haciendo en casa 😊
¡Cuántas ganas tenía de poder volver a pasarme por aquí! Gracias a todas las personas que me habéis escrito estos meses de verano diciendo que me echabais de menos, la verdad es que yo también lo echaba mucho de menos, pero a veces, la gestión de las energías (que no del tiempo) no da para más.
Al menos así ha sido para mí estos dos meses de verano: no he dado para más. ¿Por qué? Pues era fácil (tercer embarazo y todavía parece que no me entra en la cabeza...): porque el Primer Trimestre ha absorbido todas mis energías.
Desde luego en casa no nos lo habíamos imaginado así (así soy yo, no aprendo 😂). En nuestra cabeza pensábamos: "qué bien que este verano, aunque esté embarazada, no voy a tener barrigota gigante que me impida..." No, barrigota no había, pero os prometo que ha sido peor un primer trimestre con calor sofocante que los dos terceros trimestres con calor sofocante de los embarazos de S y R. Conclusión: haré todo lo que pueda para no volver a pasar ningún trimestre de embarazo en verano 😁.
En resumen, este primer trimestre ha sido el peor de los tres embarazos: náuseas y vómitos día y noche (eso nunca me había pasado), tensión literalmente por los suelos, insomnio, jaquecas terribles, todo me da asco y sueño... mucho sueño ¡había días en los que no me podía ni levantar de la cama! La única ventaja del verano (que tampoco es moco de pavo) ha sido que J ha estado de vacaciones, por lo que he podido dedicarme literalmente a gestar y a escuchar mi cuerpo sin preocuparme de nada más (es un santo... no me cansaré de decirlo).
Así que las pocas energías que me quedaban las intentaba invertir en no chafar del todo el verano a mis pobres niños y al bueno de J, y ya, no había para nada más.
Una vez más no tenía energías para VIVIR, sino para SOBREVIVIR. A lo largo de estos casi 5 años de matrimonio he aprendido a diferenciar muy bien estas dos formas de "estar en la vida". Durante los embarazos y los post-partos (que no duran, ni mucho menos, solo 40 días) yo no vivo, yo SOBREVIVO, es decir: hago lo que puedo (que no lo que quiero o me gustaría) para no morir en el intento hasta que vuelvo a conseguir coger las riendas de mi vida.
Con S estuve sobreviviendo desde que me casé y todo su primer año de vida incluido (lo de S fue tremendo). Tres meses más tarde, me quedé embarazada de R, así que vuelta a la supervivencia, pero esta vez ese periodo de caos duró algo menos, yo diría que hasta los 9 meses de vida de R, después conseguí vivir 27 meses seguidos (todo un logro después de la experiencia previa).
Ahora tengo la esperanza de recuperar las riendas y volver a vivir YA, en este segundo trimestre de embarazo, aunque sé casi con total seguridad (lo contrario sería no ser fiel a la realidad), que las perderé de nuevo cuando nazca Bebé3. Mi objetivo hasta entonces es prepararme para ese momento e intentar que no sea tan caótico como las otras dos veces anteriores.
¿Y cómo voy a hacerlo? Hasta junio aprovechaba para escribir por la noche (siempre he sido muuuuy nocturna), era capaz de quedarme hasta las 5 de la mañana escribiendo, preparando los post de Instagram, haciendo material... Luego me acostaba y como mis niños se levantaban a las 10-11 dormía unas 5 o 6 horitas. Con el embarazo, mi poder noctámbulo desaparece por completo, llegan las 8 de la tarde y dejo de ser persona... Así que estoy intentando cambiar mis horarios y convertirme en Alondra (vamos, unirme al famoso Club de las Cinco) para poder seguir con mis proyectos. ¡Espero conseguirlo! 💪
¿Y cómo voy a hacerlo? Hasta junio aprovechaba para escribir por la noche (siempre he sido muuuuy nocturna), era capaz de quedarme hasta las 5 de la mañana escribiendo, preparando los post de Instagram, haciendo material... Luego me acostaba y como mis niños se levantaban a las 10-11 dormía unas 5 o 6 horitas. Con el embarazo, mi poder noctámbulo desaparece por completo, llegan las 8 de la tarde y dejo de ser persona... Así que estoy intentando cambiar mis horarios y convertirme en Alondra (vamos, unirme al famoso Club de las Cinco) para poder seguir con mis proyectos. ¡Espero conseguirlo! 💪
(¿Veis? Los hij@s son maravillosos, te obligan a cambiar y a conseguir cosas que jamás habrías imaginado conseguir, Bebé3 ya está logrando sus primeros cambios).
Oye ¿y qué pinta la Disciplina Positiva en todo esto?
Pues pinta que en medio de mi supervivencia veraniega, en agosto nos fuimos a la playa. Yo me llevé móvil, ordenador, tableta para dibujar, calendario editorial, agenda... y por si me "sobraba" tiempo mi libro favoritísimo: Cómo educar con firmeza y cariño, de Jane Nelsen (para los que no lo conozcáis, el manual de Disciplina Positiva por excelencia).
Tenía la esperanza de encontrarme mejor allí (más fresquita al menos, que eso hace mucho) y mi firme intención era ponerme al día con el blog y las Redes Sociales.
Pero ¡ay, amiga! Parece que Dios tenía otros planes (más urgentes desde luego). El apartamento que alquilamos NO TENÍA WIFI 🙈 (así que no iba a poder actualizar el blog) y mi teléfono decidió DESCARGARSE Y NO VOLVER A CARGARSE 🙉 (tampoco podría actualizar las Redes Sociales).
Así que, después del primer momento de "oh no, y ahora qué hago", decidí que no me quedaba más remedio que aprovechar esa oportunidad y me dediqué en cuerpo y alma a Jane Nelsen... ¡No os imagináis cuánto lo necesitaba! Es la tercera vez que me leo el libro, y cada vez que lo leo (como la misma autora anuncia en alguna de sus páginas) me dice algo nuevo.
Esta vez le tocó el turno a las Prioridades de Estilo de Vida (haré un post para explicarlas más detenidamente). Las dos veces anteriores que lo leí no había registrado nada sobre ellas y así me iba... pero esta vez tenían tanto que ver con lo que había estado viviendo esos meses de verano que no tardé nada en descubrir cuáles eran las mías y percatarme de que eran uno de los orígenes del caos que se estaba apoderando de mi familia, a saber:
Niños que habían perdido las pocas rutinas que tenían, sin límites, sin normas, reclamando mi atención todo el día, S de manera desafiante y R con una explosión de "rabietas" constante y digna de la "niña del exorcista".
¿Y qué culpa tenía yo de aquellos comportamientos y cambios en mis hijos? Pues bastante. Como me encontraba tan mal y sobrevivía en lugar de vivir, mis decisiones y actuaciones con ellos estaban basados en la prioridad de COMODIDAD. Es decir, iba por la vida apagando fuegos sin enfocarme en el problema que había detrás porque necesitaba acabar con las situaciones conflictivas cuanto antes, como fuera pero de la forma más rápida.
Así que como madre había vuelto al baile entre la permisividad, basándome en el pensamiento de "lo único que quiero es que te calles para poder volver a descansar" (así que puedes ver la tablet sin límite, puedes comer guarrerías sin límites, te visto yo y así acabamos antes, no hace falta que pongas la mesa ni que la quites, puedes comer en cualquier sitio de la casa porque no tengo fuerzas para luchar contigo...), y el autoritarismo en los momentos en los que me daba cuenta de que nuestra casa y nuestra familia eran un caos en todos los sentidos (voy a esconder la tablet, te comes las judías y punto, te dije que si comías patatas luego no ibas a tener hambre, gritos y más gritos... y a la porra la disciplina positiva).
Durante los últimos días en la playa me sentí súper culpable, un fracaso absoluto de madre e incluso de esposa...
Pero llegó Septiembre (nunca pensé que lo diría pero: bendito Septiembre) y otras palabras de Jane Nelsen empezaron a calar dentro de mí:
Y lo mejor:
Esta vez le tocó el turno a las Prioridades de Estilo de Vida (haré un post para explicarlas más detenidamente). Las dos veces anteriores que lo leí no había registrado nada sobre ellas y así me iba... pero esta vez tenían tanto que ver con lo que había estado viviendo esos meses de verano que no tardé nada en descubrir cuáles eran las mías y percatarme de que eran uno de los orígenes del caos que se estaba apoderando de mi familia, a saber:
Niños que habían perdido las pocas rutinas que tenían, sin límites, sin normas, reclamando mi atención todo el día, S de manera desafiante y R con una explosión de "rabietas" constante y digna de la "niña del exorcista".
¿Y qué culpa tenía yo de aquellos comportamientos y cambios en mis hijos? Pues bastante. Como me encontraba tan mal y sobrevivía en lugar de vivir, mis decisiones y actuaciones con ellos estaban basados en la prioridad de COMODIDAD. Es decir, iba por la vida apagando fuegos sin enfocarme en el problema que había detrás porque necesitaba acabar con las situaciones conflictivas cuanto antes, como fuera pero de la forma más rápida.
Así que como madre había vuelto al baile entre la permisividad, basándome en el pensamiento de "lo único que quiero es que te calles para poder volver a descansar" (así que puedes ver la tablet sin límite, puedes comer guarrerías sin límites, te visto yo y así acabamos antes, no hace falta que pongas la mesa ni que la quites, puedes comer en cualquier sitio de la casa porque no tengo fuerzas para luchar contigo...), y el autoritarismo en los momentos en los que me daba cuenta de que nuestra casa y nuestra familia eran un caos en todos los sentidos (voy a esconder la tablet, te comes las judías y punto, te dije que si comías patatas luego no ibas a tener hambre, gritos y más gritos... y a la porra la disciplina positiva).
Durante los últimos días en la playa me sentí súper culpable, un fracaso absoluto de madre e incluso de esposa...
Pero llegó Septiembre (nunca pensé que lo diría pero: bendito Septiembre) y otras palabras de Jane Nelsen empezaron a calar dentro de mí:
"Las prioridades de estilo de vida no describen quién es usted.
Representan las decisiones que usted ha tomado a lo largo de su vida que
influyen en la forma en que intenta sentirse
tenido en cuenta e importante."
"Responsabilidad no es lo mismo que culpa o vergüenza.
En esta nueva forma de entender la mala conducta, los resultados pueden ser
motivadores tanto para los niños como para los adultos si usted no
equipara responsabilidad a culpa o vergüenza."
No era el final y no era culpable de las conductas de mis hijos, era RESPONSABLE. La culpa implica vergüenza, bloqueo, no deja posibilidades al cambio y no sirve más que para encerrarse en uno mismo; en cambio la responsabilidad es útil, liberadora, y deja abierta la posibilidad de modificar lo que no nos gusta, cambiarlo y mejorar.
En ese punto estamos ahora, y puedo decir que estos cinco primeros días de Septiembre están siendo maravillosos y todo está volviendo poco a poco a su cauce. No han desaparecido las rabietas de R, ni los desafíos de S, ni mi malestar... pero después de hacernos conscientes de nuestra responsabilidad como padres, de sentarnos y hablarlo al volver de la playa y cambiar nuestro chip, el espíritu de todos los miembros de nuestra familia parece que vuelve a ser de colaboración, de VIDA y no de SUPERVIVENCIA.
Y es que los errores son oportunidades maravillosas para aprender.
En ese punto estamos ahora, y puedo decir que estos cinco primeros días de Septiembre están siendo maravillosos y todo está volviendo poco a poco a su cauce. No han desaparecido las rabietas de R, ni los desafíos de S, ni mi malestar... pero después de hacernos conscientes de nuestra responsabilidad como padres, de sentarnos y hablarlo al volver de la playa y cambiar nuestro chip, el espíritu de todos los miembros de nuestra familia parece que vuelve a ser de colaboración, de VIDA y no de SUPERVIVENCIA.
Y es que los errores son oportunidades maravillosas para aprender.
Queridísimas mía. Cuánto te entiendo. Nos ha pasado casi lo mismo a nosotros (y eso que os sacamos unos años de ventajas en eso de crianza... que no de sabiduría) pero ha sido volver a septiembre y voilá. Mejorar. Más orden, más saber dónde está el límite. Saber que "no te castigo, pero no te premio", un poco de paz,..... un mucho de gestionar familias de origen. En definitiva, mejor :) Me apunto algunas cosillas en mi lista interior, para recordar en momentos vacacionales. Animo con ese tercer bebé que será todo un regalo y que te está diciendo "mamá, cuídate, descansa un poco más" nosotros, los que te queremos, esperaremos pacientemente a que tengas las energías necesarias. Lo primero ahora es otra cosa. UN besoª!!!
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tanto cariño :-) La verdad es que sí, mira que no soy muy fan de las rutinas pero al final... he de reconocer que son necesarias para recolocarnos, me alegro de que por allí también estén yendo las cosas mejor ;-) Ánimo con las familias de origen que también son un temazo... pero somos muy afortunados de tenerlas ^^. Un beso y prometo que te haré caso y me seguiré cuidando ;-) ahora es lo más importante!
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