Una de las características del ambiente Montessori es la calma. Expresarse sin estrés, escuchar activamente al otro, concentrarse en lo que uno hace... todo ello favorece la existencia de un ambiente sereno y un clima de confianza y diálogo que van a facilitar el aprendizaje.
Esta es una de las razones que permiten que en los ambientes Montessori haya varios niños de distintas edades conviviendo y realizando cada uno actividades diferentes sin entorpecer la concentración de los demás, pero además creo que es una de las claves de la convivencia también en una casa: evitar los ruidos innecesarios (y os lo dice una que ha dado mucho la matraca con la música y la guitarra en su adolescencia... y que tiene un hermano guitarrista, bajista y batería 😂).
Y para ello, aparte de procurar un clima calmado para nuestros peques, podemos utilizar distintas actividades. Hoy os traigo la primera de ellas, que he titulado "El Juego de los Ruidos" para diferenciarla de otra que llaman "El juego de los sonidos" y que tiene que ver más directamente con los fonemas de las palabras. Para hacerla me he basado en el libro de "100 Actividades Montessori, de Ève Herrmann".
¡Os cuento!
Nuestro Juego de los Ruidos
El aprendizaje del silencio puede considerarse una actividad de Vida Práctica, ya que ayudará a sentar las bases para generar un buen ambiente Montessori, y al mismo tiempo, podemos agruparla con las actividades de Vida Sensorial relativas al oído.
El entrenamiento del oído, además de favorecer el conocimiento de sí mismo y de ser una puerta abierta al entorno que nos rodea, también ayudará al niñ@ a prepararse para el aprendizaje musical, para la escucha activa y el diálogo y, por supuesto, para la lectoescritura... ¡casi nada!
Estos son parte de los objetivos indirectos de este juego (hay más, como el autocontrol y el trabajo cooperativo: necesitamos de la colaboración de todos para que haya silencio y poder escuchar los ruidos).
El objetivo directo es muy sencillo: detenernos a escuchar los ruidos del entorno y reconocerlos.
Materiales:
En realidad no necesitamos ningún material específico para esta actividad, pero en nuestro caso, para recordar visualmente a los peques que el juego existe y que podemos jugar a él cuando quieran, he cogido una pequeña cajita de regalo (apenas mide 10cm de largo) y he pegado en la tapa la imagen de una oreja, además del título.
Dejando la cajita en su estantería Montessori ellos saben que es una actividad más que podemos realizar si les apetece (y de hecho la eligen bastante).
Dentro de la cajita podemos meter un pañuelo o un antifaz para taparles los ojos (si nos dejan, pero sobre todo si lo necesitan) y una pelotita o un elemento que nos sirva para establecer los turnos si juegan varios niños a la vez (quien tenga la pelotita en la mano adivina y el otro espera su turno).
¿Cómo se juega?
Nosotros ponemos una alfombra en el suelo. Los peques se sientan en la alfombra y se tapan los ojos. El que va a adivinar coge la pelotita. Hacemos silencio y entonces yo hago un ruido con algo de mi entorno: muevo una silla, toco una campanita, cierro una puerta, subo una persiana, doy al interruptor de la luz...
Luego pregunto: "¿Qué ha hecho ese ruido?" Y el que tiene la pelota me contesta. Luego le pasa la pelota al otro y hacemos otro ruido. Otras veces yo me siento en la alfombra y ellos hacen los ruidos, claro.
Dificultades y retos:
Como veis el juego en sí es muy sencillo... pero a la vez entraña muchas dificultades para los peques que son las que les suponen (o más bien nos suponen) un verdadero reto: el autocontrol, conseguir hacer silencio, respetar los turnos, permanecer con los ojos cerrados, concentrarse, estar calmados y quietos... ¡no es nada fácil!
Podemos proponer el juego a partir de los 2 años más o menos (obviamente sin pretender que un peque de esa edad consiga hacer silencio, taparse los ojos y escuchar concentrad@ desde el primer día) y poco a poco, con paciencia, respeto y confianza por parte de todos, el peque irá conquistando todas estas dificultades ¡ya lo veréis!
Variaciones:
Podemos jugar a este juego en el coche por ejemplo o en una sala de espera, o incluso en el parque si necesitamos un momento de calma, y no hace falta que nosotros hagamos los ruidos, podemos simplemente detenernos a escuchar los ruidos del ambiente y jugar a identificarlos. De hecho, podría ser incluso un paso previo antes de presentar el juego como tal a los peques.
¡Y esto es todo! ¿Qué os parece esta propuesta para ir entrenando el oído? ¿Hacéis o tenéis juegos parecidos con vuestros niñ@s? ¡Contadme!
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