Como os decía el domingo pasado, dejamos aparcadas las visitas para hablaros de mi primer "encontronazo" con la lactancia materna. Y sí, digo encontronazo porque de nuevo la imagen idílica de lactancia materna que yo me había creado en mi cabeza durante el embarazo de S no se acercaba ni muchísimo menos a la realidad que estaba viviendo.
Otra de las sorpresas que me llevé en el hospital y que no me esperaba para nada, fue esta. Digamos que me topé de bruces y sin frenos con la famosa lactancia a demanda.
Lo sé... con tanta información como hay hoy en día ¿cómo es posible que me chocara tanto este tema? Pues porque es una de estas cosas que, hasta que no la vives en carne propia, no te imaginas ni de lejos cómo es en realidad.
Durante el embarazo, leí un montón de cosas sobre lactancia en blogs, webs... mi tía A también me dio unos libritos del hospital con las distintas posiciones, recomendaciones, falsos mitos... pero todo lo que pudo registrar mi cabeza durante esas "lecturas premamá" fue: la lactancia debe ser a demanda, es decir, cuando el bebé quiera... hasta ahí parece fácil... pues ¡no os imagináis cuantísimas cosas asociadas conlleva eso! Cosas "negativas", por así decirlo, y positivas, por supuesto.
Yo tenía claro que quería dar el pecho a mi bebé, y que se lo daría mínimo hasta los seis meses de lactancia exclusiva que recomienda la OMS. Luego, descubrí que la lactancia engancha, así que... mis planes fueron cambiando, pero ya lo contaré más adelante. Como todo, es cuestión de ir aprendiendo, y de eso se trata aquí, así que ahí va mi experiencia con la lactancia en el hospital.
La lactancia en el hospital
S nació y el primer ratito que estuvimos en la sala de dilatación, antes de trasladarnos a la concurrida habitación de planta, lo pasamos piel con piel, pero S no se enganchó. Después de aquello, S estuvo rodando de mano en mano toda la tarde, y yo no quería (ni loca) tener que enseñar mi pecho a todo el mundo... lo siento, pero estaba en mi derecho de no querer.
Aún así, esto también ha ido madurando y obviamente hay personas delante de las cuales me siento cómoda y "no me importa", pero he tenido experiencias muy negativas con el tema y hay otras personas que no me hacen sentir así, por lo que para protegerme y proteger a mis bebés me cubro, o me voy a otro sitio y chimpún.
Total, que S no lloró, estaba como aletargado, y yo pude "escaquearme" de la lactancia esa primera tarde (otra consecuencia negativa del exceso de visitas, que inevitablemente interfieren en la lactancia desde el principio... y continuará...)
Aún así, esto también ha ido madurando y obviamente hay personas delante de las cuales me siento cómoda y "no me importa", pero he tenido experiencias muy negativas con el tema y hay otras personas que no me hacen sentir así, por lo que para protegerme y proteger a mis bebés me cubro, o me voy a otro sitio y chimpún.
Total, que S no lloró, estaba como aletargado, y yo pude "escaquearme" de la lactancia esa primera tarde (otra consecuencia negativa del exceso de visitas, que inevitablemente interfieren en la lactancia desde el principio... y continuará...)
La primera noche, como ya he contado, mi tía me trajo a una matrona experta en lactancia, y entre las tres intentamos, con paz e intimidad, que S se enganchara. Conseguimos medianamente el lado derecho, pero el izquierdo no hubo manera. Los pezones aún tenían que hacerse a la forma de la boca de S... o S tenía que modelar los pezones a la forma de su boca... exacto... al principio puede doler, rozar, la succión del bebé prolongada y tanto tiempo... puede molestar (¿os podéis creer que nunca me había imaginado yo que eso dolía?), pero como todo en esta vida, si no hay más problemas añadidos (como grietas) se acaba aguantando y cuando has aprendido y el bebé también debería dejar de doler (si no es que algo no estáis haciendo del todo bien).
Esa primera tarde... fue más relajada en este tema, pero a partir de la mañana siguiente... ¡el título de esta entrada!
Cada una de las veces (que eran muchas... muchísimas) que entraba en nuestra habitación una enfermera, pediatra, matrona, auxiliar... o personal médico de cualquier tipo... decían frases como:
-¿Ha comido? Ponlo a la teta.
-¿Ya se engancha? Ponlo a la teta.
-Vamos, que lo ponemos a la teta.
-¡Llora! Ponlo a la teta.
-Hay que hacerle las metabólicas, ponlo a la teta.
-Hay que hacerle la prueba de audición, ponlo a la teta.
-Tiene frío, ponlo a la teta.
-Tiene calor, ponlo a la teta.
-Está incómodo, ponlo a la teta.
-Tiene gases, ponlo a la teta.
-Te echa de menos, ponlo a la teta.
-Está nervioso, ponlo a la teta.
-Tiene calor, ponlo a la teta.
-Está incómodo, ponlo a la teta.
-Tiene gases, ponlo a la teta.
-Te echa de menos, ponlo a la teta.
-Está nervioso, ponlo a la teta.
-Mamá ¡ponlo a la teta!
-...
Y cada una de esas veces, sin que yo pudiera hacer mucho para evitarlo, la frase iba seguida de un pellizco en mi (odio esa palabra...) teta para meter el pezón en la boca de S...
Conclusión, entre los pellizcos de algunas enfermeras, el daño que me hacía S al succionar-soltar, y las uñitas afiladitas y largas de mi pequeñito que, al no saber aún manejar las manos, iban a clavarse siempre justo ahí, en la diana... mi pecho estaba destrozado (y solo era el principio).
El estrés llegaba a tal punto que, la noche de mi aventura con la caca, después de haberme limpiado, duchado... eran casi las dos de la mañana cuando entraron a tomar la temperatura a S y a ponerme a mí el antibiótico (no pudieron antes porque yo estaba en el baño...). Yo me sentía literalmente reventada, física y psicológicamente, y S estaba plácidamente dormido haciendo piel con piel con J. La enfermera le puso el termómetro: "37, está caliente, desnúdalo y póntelo a la teta". ¡Casi me la como! Pero no, me armé de paciencia y le dije un tranquilo: "se acaba de dormir, y yo me voy por fin a la cama".
La otra cara de la historia
Un día, comentando con mi tía A cómo me agobiaba esta exageradísima insistencia por parte de las enfermeras (vamos que mis agobios en el hospital se resumían en tres: caca, visitas y obsesión por la teta), me dijo que las enfermeras y matronas se ponen tan pesadas durante la estancia de la mamá en el hospital porque es casi la única oportunidad que tienen la mayoría de las mujeres de contar con la cercanía constante de profesionales de la lactancia, y porque es fundamental que el bebé se enganche bien al pecho cuanto antes. Y desde luego no puedo negar que en ese Hospital el tema lactancia es un lujo, el personal está bien concienciado, formado y actualizado en lo que se refiere a lactancia materna... ¡hay verdaderas expertas en el tema!
Viéndolo así y después de la experiencia de 2 lactancias, ahora sé que por desgracia... ¡mi tía llevaba toda la razón! Aún así no sé si las formas son las correctas... esa insistencia junto a todos los agobios que ya trae consigo el tema "recién nacido + mamá primeriza" puede hacer que a más de una le entre el mega-agobio y mande a la porra la lactancia desde el mismo momento del hospital...
Yo no lo hice porque tenía el grandísimo apoyo de mi tía A, que con calma me explicaba y enseñaba todas las cosas, pero si no... posiblemente mi lactancia habría fracasado desde ese primer momento. Igual ayudaría más que alguien se sentara con la mamá y le dijera claramente y sin estrés lo que me dijo a mí mi tía.
Aún así, desde aquella conversación pude relativizar el tema "teta" en el hospital y tomarme el asunto con un poco más de humor y relax... que insistieran lo que quisieran que yo... ¡yo tenía mi propia experta en casa!
Yo no lo hice porque tenía el grandísimo apoyo de mi tía A, que con calma me explicaba y enseñaba todas las cosas, pero si no... posiblemente mi lactancia habría fracasado desde ese primer momento. Igual ayudaría más que alguien se sentara con la mamá y le dijera claramente y sin estrés lo que me dijo a mí mi tía.
Aún así, desde aquella conversación pude relativizar el tema "teta" en el hospital y tomarme el asunto con un poco más de humor y relax... que insistieran lo que quisieran que yo... ¡yo tenía mi propia experta en casa!
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