Hoy es domingo y nos toca avanzar en La Historia de S. En el post anterior os conté cómo fue el momento de ir al hospital y nuestra larga noche en dilatación y acabábamos con mis 3 horitas de sueño gracias a la maravillosa epidural...
Ahora viene lo bueno 😊...
El parto de S
Tres horitas de sueño que me supieron a gloria. Cuando me desperté, la tía A ya estaba en el hospital desde hacía un buen rato.
La mañana se me pasó volada. Era domingo. Obviamente no podíamos ir a misa... pero la tía A había mirado el Evangelio del día y resultó ser uno de esos guiños del Señor que te dicen que todo va bien porque estás en sus manos. "Dejad que los niños se acerquen a mí...", ese era el Evangelio del día en el que iba a nacer S, ese era el Evangelio que elegimos para nuestra boda, nuestro lema matrimonial y la cita que más ha guiado nuestra historia... ¿Casualidad? No creo...
¡Me dio tanta fuerza que mi tía me lo dijera! En mi parroquia estaba a punto de empezar la misa de niños además, y yo me sentía casi como si estuviera allí, nos llegaban mensajes desde allí en directo: "toda la comunidad acaba de pedir por vosotros"... ¡somos unos privilegiados porque hay mucha gente que nos quiere un montón!
Después del "subidón" espiritual ya nada podía salir mal 😁. La dilatación seguía viento en popa. Había que prepararse. Mi tía y la doctora me enseñaron cómo debía empujar, y me dejaron tocar la cabecita de S que ya estaba saliendo... ¡cuánto pelo tenía!
Sobre la una y cuarto pasamos a paritorio... ¡entre risas y bromas! ¡estaba tan motivada! Repetiría ese momento una y otra vez... nunca habría imaginado que un parto podía ser así... de nuevo, nada que ver con las películas.
Nos ofrecieron poner el espejo para que pudiéramos ver todo... pero decidimos que no, mejor así. Cuando notaba una contracción tenía que empujar (era súper difícil eh...) S... no terminaba de salir, así que tuvieron que hacerme una episiotomía, nada, en ese momento todo "eso" me daba lo mismo. Al fin S sacó la cabeza (demasiado grande)... y con su cabeza los puños... y me desgarró "entera".
Pero no importaba, la cabeza estaba fuera. Entonces la tía A me dijo "¿quieres sacarlo tú?" ¡¡¡¿¿En serio?! ¡No tenía ni idea de que se pudiera hacer eso! Obviamente dije que sí, me incorporé un poco más y me dijo: "coge de las axilas y tira"... ¡y eso hice! Ahí estaba S como una "pescadilla" encima de mi barriga... ¡qué fuerte! ¡Era exactamente igual que en las ecografías!
Qué guapo, cuánto pelo... lagrimitas por aquí y por allá... no podía creérmelo. Cuando era pequeña pensaba muchas veces "¿cómo será la cara de mis hijos?", y ya tenía una cara, ¡la primera!
Mientras pensaba en estas cosas, la doctora me cosió el desgarrito, mientras me pedían mil veces perdón... ¡pero si no había sido culpa de nadie! ¡Son cosas que pasan!
Yo tenía a mi pequeñito S encima de mi barriguita... y descubrí una gran verdad de esas que se dicen y que podría parecer "un mito más sobre la maternidad", pero en mi caso, nada de mito, constaté la certeza in situ: cuando por fin tienes a tu bebé encima... todo lo demás te da exactamente igual.
Ya había pasado todo, no me dolía nada (bendita epidural, insisto) y ya tenía a mi pequeñito S encima... para siempre (casi literalmente 😂). Volvieron a llevarme a la habitación de dilatación, gracias a Dios, porque la verdad es que necesitaba un momentito para intentar procesarlo todo... (¡y toooooda nuestra familia estaba ya en el hospital!)
Los primeros minutitos (y últimos en horas) a solas con S
Ya había pasado todo, no me dolía nada (bendita epidural, insisto) y ya tenía a mi pequeñito S encima... para siempre (casi literalmente 😂). Volvieron a llevarme a la habitación de dilatación, gracias a Dios, porque la verdad es que necesitaba un momentito para intentar procesarlo todo... (¡y toooooda nuestra familia estaba ya en el hospital!)
La tía A y otra matrona me ayudaron a intentar poner a S al pecho... ¡qué complicado se me hacía coger a S! ¡Parecía que se me iba a escurrir o a desmontar! En ese momento dejaron entrar a mi madre... eso sí que era raro... mi madre ¡abuela! Imposible. Estaba guapísima y llevaba un vestido precioso. Ahí fue cuando me dijeron que toda mi familia y toda la familia de J, estaban ya en el hospital... y ahí fue cuando me entró el agobio (y solo era el principio), aunque intenté disimularlo.
J y la tía se llevaron a S para vestirle (se lo llevaron al cambiador, a un metro... nada lejos), y a mí me ayudaron a incorporarme y a ponerme el camisón, pero aún era pronto para ponerse braguitas (por el desgarro), mejor ya cuando estuviéramos en Planta... (menudo error).
S tenía que engancharse al pecho, así que me lo volvieron a colocar y... ya estábamos listos para irnos... ahí fui consciente por primera vez del agobio tremendo que me daba que todo el mundo me viera el pecho (algo que como entenderéis, es una opción personal de cada madre 😉).
Salimos de la sala de dilatación hacia la que sería nuestra habitación durante los cinco días siguientes (tuvimos que quedarnos más tiempo por el antibiótico del desgarro) y cuando llegamos... ya estaban todos allí.
...Y continuará... si Dios quiere el próximo domingo 😊 y hablaremos de postpartos, el exceso de visitas, la instauración de la lactancia (y las visitas otra vez), los días en el hospital, desgarros y control de esfínteres (de la madre, claro)... de nuevo, desde la más absoluta REALIDAD 😉
¡Gracias infinitas por estar ahí!
¡No te pierdas nada!
Ay!!me haces recordar tan de cerca los partos...gracias de verdad por abrir el corazón y la vida 😘 no sabía lo del lema pero me parece brutal!!
ResponderEliminarEs que lo del lema es brutal!! Un detallazo del Señor de los que no se olvidan ;-) Gracias a ti por acoger en el tuyo lo que cuenta el mío :-D
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