Cuando publiqué el post del domingo pasado, J me dijo que esa imagen era muy oscura... pero es que así fueron esos primeros 4 meses de vida de S, un poco oscuros, y eso es lo que veréis en algunos de los próximos posts porque la parte oscura es una parte fundamental en La Historia de S gracias a la cual soy la madre que soy ahora, por lo que sería injusto ocultarla.
Además, parte de lo que pretendo al contar su historia es romper un poco con la idea idílica de la maternidad, porque la maternidad, como todo, tiene sus altos y sus bajos y no deberíamos cargarnos de culpa cuando lo que vivimos son "los bajos". Al contrario, esos momentos son necesarios para crecer. Así que aviso: vienen algunos posts "oscuros"... pero lo maravilloso es que luego... se hizo la luz 😉.
Continuamos con la lactancia de S y su parte menos romántica... El otro día os hablaba de los obstáculos "físicos" que hicieron que nuestra lactancia empezara un poco de aquella manera, y hoy quiero hablaros de otro tipo de obstáculos que también afectaron a nuestra lactancia, como mis expectativas comparadas con la realidad, la Alta Demanda de S, los comentarios de terceros, el constante ir y venir de visitas y por supuesto, mis propios pensamientos y emociones en medio de aquel "todojunto".
¡Os cuento!
Lo que REALMENTE suponía la lactancia A DEMANDA
Otra de las cosas que más me marcó durante los primeros meses, fue lo altísimamente demandante que era S; sobre todo en cuestión de lactancia… aunque luego descubrí que en otros ámbitos también lo era... (ya os hablaré de eso).
Había días que tenía la sensación (y prometo que no exagero) de no haberme levantado del sofá (del "rincón de lactancia") nada más que para comer (y porque también comía con S al pecho, como veis en la primera foto). De hecho, apunté las horas y la duración de las tomas (esto fue un gran consejo que cogí prestado de la madre de J) para auto-convencerme de que no era para tanto… pero sí, lo era. ¡Ya no había horarios! No había un patrón, era imposible planificar nada porque nunca sabías cuándo y cuánto iba a querer mamar S... Se me juntaba el desayuno con la comida, la comida con la cena, la ducha... había días que me daban las mil sin duchar, y para hacerlo necesitaba que alguien se quedara con S llorando desconsoladamente... Era un poco estresante, la verdad, y parte del problema fue que no me lo esperaba así.
Antes de que naciera S, como ya os he dicho algunas veces, yo había leído cosas sobre la lactancia, que si lactancia natural, que si artificial, que si mixta, que si a demanda… como supongo que hacen todas las mamás ¿no? Vale, pues mi cabeza, por más que lo leí, no había registrado lo que supone verdaderamente la lactancia a demanda porque es una de estas cosas que hasta que no la vives, no la conoces (aunque creas que sí… no, no tienes ni idea hasta que no te ves en el ajo).
Cuando de embarazada leía eso de “la lactancia debe ser a demanda”, en mi mente aparecía la imagen que ya he descrito mil veces: mamá maravillada mientras observa dulcemente a su bebé que mama tranquilamente… un ratito y luego se queda dormido en la cuna, o en el moisés, o en el capazo… otro ratito. También me imaginaba que en algunos momentos se quedaría despierto pero jugando en la mantita, o jugando conmigo, mirándolo todo, en calma… Y por lo menos estaría un par de horas (al principio, luego aguantaría incluso más) sin volver a pedir el pecho…
¡Ja ja ja! Pues para nada… S ni mamaba solo “un ratito” (había tomas de hasta una hora), ni se quedaba luego dormidito en un sitio diferente a mis brazos, ni estaba un ratito largo (más de una hora) sin volver a pedir el pecho… y eso si estábamos tranquilos y solitos en casa, porque cuando había jaleo, se asustaba, le cogía alguien que no fuera yo… pedía pecho de nuevo constantemente (lo cual, encima, era objeto de comentarios y juicios por parte de algunas personas que tampoco entendían lo que supone la lactancia a demanda).
La verdad es que, obviando la circunstancia del frenillo de S que hacía, probablemente, que se cansara e hiciera más tomas porque sacaba menos leche; no le puedo culpar al cien por cien de mi agobio. Sí, era muy demandante (por suerte, gracias a R, ahora sé que no todos los bebés son así), pero creo que parte de lo que ocurrió realmente fue que mis ideas preconcebidas sobre la lactancia a demanda no se correspondían en absoluto con la exigente realidad. Me sorprendió lo sacrificado que es por parte de la mamá el llevar a cabo la lactancia a demanda tal y como se “recomienda llevarla a cabo ahora” (exclusiva y sin ningún tipo de horario) y lo poco preparada que está la sociedad para que se pueda llevar la lactancia de esa manera.
Y es que, durante mis lecturas de embarazada, no fui capaz de comprender en su totalidad el hecho de que lactancia a demanda significa: A DEMANDA; o sea, para que nos entendamos: cuando y donde al bebé le dé la gana pedir el pecho… que ojo, no siempre es porque tenga hambre, puede ser porque quiera dormirse, porque se aburra, porque le duela algo, porque te eche de menos entre tanta gente extraña que le coge, porque se ha asustado, porque necesita calmarse, porque quiere, porque sí y punto, porque quiere/necesita mimitos de su mamá… y una lista interminable de “porqués” más que podrían resumirse en que la lactancia no es solamente un "acto nutritivo", sino muchísimo más que eso.
S no podía estar ni un segundo sin que yo estuviera delante, o mejor dicho, pegada a él. No podía ir al baño sin S, no podía comer sin S, ducharme sin S, vestirme o peinarme sin S… no podía hacer nada sin S al pecho. Los primeros 4 meses los recuerdo permanentemente en nuestro rincón de lactancia. Pasaba horas sin poder ponerme de pie porque S, como ya os he dicho, era súper demandante y ya, salir a la calle suponía un verdadero reto.
Para mí, que soy una persona bastante activa, esto era un desafío enorme ¡no soportaba estar tanto tiempo sin hacer “nada”! (de ahí que acabara empezando a escribirlo todo). Mi vida, mis horarios, mis rutinas, mis actividades y mis descansos… dependían completamente de la demanda de S, y yo eso, sinceramente, no me lo esperaba así (qué tonta ¿verdad?... pero no, no me lo esperaba así).
Lloraba… pecho, en la calle… pecho, en casa de… pecho, en misa… pecho, en el baño… pecho, para dormir… pecho, se despierta… pecho, se asusta... pecho, nota extraños cerca… pecho... y aquí los papás, por naturaleza, poco pueden ayudar… bueno, sí que pueden, intentando comprender el tremendo estrés que está viviendo la mamá y sosteniéndola y ayudándola con otras cosas que SÍ PUEDEN HACER ELLOS (ya lo veremos, pero os adelanto que es prácticamente todo lo que no tenga que ver con el pecho…)
Total, que el choque entre mis ideas preconcebidas y una realidad tan exigente y que ejercía tantísima presión sobre mí… fue brutal, la verdad. Me desanimó un montón.
¡Necesitaba tiempo para mí! Solo diez minutos al día, necesitaba ducharme sin escuchar berridos, ir al baño sin escuchar berridos, vestirme sin escuchar berridos, beber agua sin escuchar berridos, comer sin escuchar berridos... y tener que acudir con el pecho preparado porque era la única manera de consolar a S. ¿Era mucho pedir?
El cansancio psicológico y emocional
Esta dinámica me consumía por fuera, (porque encima tenía ahí mis grietas que eran imposibles de curar con tanta demanda), pero lo peor era el cansancio psicológico y emocional que me consumía por dentro. Cada vez que esto pasaba, que era muchas veces al día, yo me sentía como si fuera, en cierta forma y aunque suene fuerte, una esclava de las apetencias de S… y cada vez que me sentía de esta manera… aumentaba mi auto-imagen de pésima madre… ¡era una egoísta! ¡Obviamente los bebés necesitan de su madre! Se suponía que las madres, por amor, son capaces de olvidarse de sí mismas, de sus apetencias y necesidades, y atender como es debido a sus bebés con una amorosa sonrisa… (luego descubrí que "algo parecido a esto" en cierta manera se consigue, pero con el tiempo, con muuuucho tiempo).
Pues en mi caso no era así. Para nada. No, no era capaz. ¡Yo, que siempre había querido ser mamá, no era capaz! Y enseguida venían los pensamientos machacantes e intrusivos de “soy una pésima madre”, “la he liado al quedarme embarazada tan pronto porque soy una inmadura que no sabe afrontar esto”, “debería pensar más en S y menos en mí”, “esto es un horror, no sé si voy a ser capaz de querer a S como es debido algún día”, “lo estoy haciendo fatal”… y un largo etcétera de pensamientos destructivos de este tipo que me asaltaban en los larguísimos ratos de lactancia que tenía con S y que, al ser ratos tan largos, tampoco ayudaban a que mi mente dejara de machacarme...
Los opinólogos
Y si ya me machacaba yo solita por dentro, había que añadir lo que me machacaban (sin darse cuenta, lógicamente) también desde fuera.
¡Cuánto daño hace la gente cuando opina y comenta lo que una madre hace o no hace! ¡Qué pesadilla! Y los peores comentarios vienen de mujeres que encima son madres, aunque haya pasado ya mucho tiempo, pero parece que se les ha olvidado lo mal que se pasa los primeros meses.
Comentarios constantes y dañinos: que si este niño se queda con hambre, quiere demasiada teta, en realidad no quiere teta, te utiliza de chupete, le estás malcriando, se va a acostumbrar a dormirse con el pecho, ¿otra vez le vas a dar el pecho?, ¿es que no ves que no tiene hambre?, ¡menuda mamitis, solo quiere estar contigo!, así no podemos disfrutar de él los demás, ¿está chupando?, te pide tanto porque tienes poca leche, eso es que tu leche no es buena, ya verás como cuando deje la lactancia engorda, ¿y no le vas a dar biberón?, ¿hasta cuando tiene que tomar el pecho?, ¡qué ganas de que se acabe la lactancia para que podamos cogerle los demás!, déjale que llore que por un ratito no pasa nada, en misa ¿también le vas a dar el pecho?... y otro largo etcétera de comentarios de este tipo todos los días (y no exagero, porque todos los días caía alguna visita o si no los escuchaba por teléfono 😂).
Es verdad que una puede pasar olímpicamente de lo que dicen y opinan los demás, pero es más fácil decirlo que hacerlo, y en un momento tan delicado en el que las emociones, los sentimientos, los pensamientos… el cansancio y muchas otras cosas estaban mermando mi entereza, mi seguridad y la confianza que siempre he tenido en mí misma, estos comentarios se me hacían imposibles de pasar por alto… me calaron muy, muy hondo, y algunos me hicieron muchísimo daño.
Total...
...que si pudiera volver atrás y dar un consejo a mi "yo embarazada", me diría que: si vas a dar lactancia a demanda mentalízate desde ya de que es un camino con muchos obstáculos, muy duro y en ocasiones, muy solitario.
Y, como dije en el post anterior... si algo he aprendido también con esta experiencia es: que nadie debería emitir críticas hacia otras madres sobre el tipo de lactancia que ofrecen a sus bebés (a demanda, cada tres horas, exclusiva, mixta, artificial, prolongada...), ya que cada madre hace lo que puede (al principio lo importante es "sobrevivir") y hasta donde puede. Nada es, o debería ser, criticable en absoluto.
Eso sí, si estáis convencidas verdaderamente de que queréis una lactancia exclusiva a demanda... a mí me habría gustado que me dijeran esto: busca una buena red de apoyo porque puede ser duro (a mí me bastó con J y mi tía A, pero porque no eran apoyos... eran ¡súper apoyos!), llora, grita, desahógate y suelta todo lo que se te pase en esos momentos por la cabeza, no te quedes con los pensamientos limitantes y el sentimiento de culpa rondando por dentro (para esto mi hermana fue fundamental), limita las visitas que no te vayan a hacer sentir cómoda yyyyy... hazte con un buen "paragüitas-anti-opiniones-no-deseadas"... porque seguramente, lo vas a necesitar.
El próximo domingo... la tercera parte 😂 ¡Gracias por leerme!
¿Os sorprendió tanto como a mí todo lo que implicaba realmente la lactancia "a demanda"? ¡Contadme por aquí o por Redes Sociales!
Eso sí, si estáis convencidas verdaderamente de que queréis una lactancia exclusiva a demanda... a mí me habría gustado que me dijeran esto: busca una buena red de apoyo porque puede ser duro (a mí me bastó con J y mi tía A, pero porque no eran apoyos... eran ¡súper apoyos!), llora, grita, desahógate y suelta todo lo que se te pase en esos momentos por la cabeza, no te quedes con los pensamientos limitantes y el sentimiento de culpa rondando por dentro (para esto mi hermana fue fundamental), limita las visitas que no te vayan a hacer sentir cómoda yyyyy... hazte con un buen "paragüitas-anti-opiniones-no-deseadas"... porque seguramente, lo vas a necesitar.
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