Como sabéis, el origen de este blog era contar la Historia de mis hijos (luego la vida te lleva por otros caminos y se van creando más cosas maravillosas que, realmente, también pertenecen a su historia), así que, cuando os di la noticia por IG de que estábamos esperando a nuestro #bebé4, prometí contárosla, como suelo hacer siempre, pero creo que esta vez, aunque me ha costado bastante tiempo porque tenía mucho que asimilar, lo hago con más ganas que nunca, ya que nuestro pequeño Miguel vino pisando muy fuerte para demostrarnos, aún con las noticias que corren últimamente, que SOLO DIOS ES DUEÑO DE LA VIDA, nadie más...
De ahí su nombre, que significa: Quién como Dios. Ese es el mensaje de Miguel desde el momento cero de su existencia (su concepción) y ahora entenderéis por qué. (Vamos a tener dos M 😂... a ver cómo lo solucionamos)
Es un post larguíiiiiiisimo... pero no encontraba cómo dividirlo en dos y ya sabéis que para mí los detalles en estas cosas son muy importantes, así que tampoco he podido quitar muchos 😁
AVISO PARA MAMÁS EMBARAZADAS Y MAMÁS QUE HAYAN PASADO POR UN DUELO GESTACIONAL: Si creéis que no es momento de leer este post, no lo hagáis. Os mando un abrazo enorme.
Un embarazo SORPRESA
Así es como vino Miguel: completamente por
sorpresa (
igual que R). Como os conté en su momento, nosotros solo utilizamos
métodos naturales para vivir la paternidad de forma responsable, esto es...
Discernir cuándo creemos que es el momento de tener hijos y
dejar que Dios sea Dios, es decir, que sea Él quien tenga la última palabra sobre nuestras decisiones (que, como personas imperfectas que somos, pueden ser equivocadas).
De esta manera podemos conocer bastante bien en qué momento del ciclo estamos (fértil o no) y Dios ya se encargará de hacer sus malabares providenciales. Así ha sido... dos veces de 4.
Miguel fue concebido teóricamente en un periodo NO FÉRTIL. Cuando llegó el día en el que debía venir mi menstruación... allí no había NADA.
¿Problema? Que llevaba teniendo retrasos de unos 3 o 4 días desde septiembre (2da dosis de la vacuna del Covid)... Pero esta vez había una pequeña diferencia: notaba muchísimo los olores, me dolía el útero como cuando tengo los primeros síntomas de embarazo... y algo me decía, que esta vez iba a salir positivo.
Esperé un par de días más y me hice uno de los de pantalla digital para despejar dudas (ajenas, porque yo lo tenía clarísimo 😂)... y tachán!! ¡Quién como Dios, si como Él no hay nadie! Regalazo de aniversario: en la pantalla lo ponía bien clarito... ¡Sorpresa, no lo esperábamos pero bebé 4 estaba en camino!
La noticia
Quedaban un par de semanas para Navidad y teníamos pendiente mandar las Tarjetas Navideñas a nuestras familias. Se nos ocurrió darles la noticia dejando una pista en la firma de que YA ÉRAMOS UNO MÁS (porque ese bebé ya era uno más aunque tuviera 5 semanas de vida intrauterina). ¡Os prometo que me temblaba la mano mientras escribía las tarjetas!
Correos nos falló un poquito y algunas tarjetas tardaron demasiado tiempo en llegar. Queríamos que nuestras familias lo supieran antes de juntarse en Nochebuena... así que, la mañana del 24, viendo que no habían llegado todas las tarjetas, tuvimos que dar la noticia por teléfono... ¡Y menos mal que lo hicimos! Aún no lo sabíamos pero, escasas horas después, íbamos a necesitar la ayuda de nuestras familias.
Y ya que felicitábamos la Navidad... pues lo compartimos también con el resto de nuestros amigos más cercanos (de los que también necesitamos ayuda horas más tarde).
Una Nochebuena MUY diferente
El año pasado os contaba que, desde que soy madre, la Nochebuena la vivo de manera diferente... pero no sabía cuán diferente podía llegar a vivirla.
Nosotros no íbamos a reunirnos con nuestras familias para cenar porque queríamos protegernos extra del Covid, así que preparamos el salón y como, PROVIDENCIALMENTE, terminamos de prepararlo muy prontito, se me ocurrió adelantar la Celebración del Niño Jesús (podéis verla en IG) a esa noche en lugar de hacerla el 25: Así los niños podrían disfrutar más tanto de la cena como de la Misa del Gallo.... ¡Y menos mal que lo hicimos!
Después de poner al Niño Jesús en su pesebre, que ya no estaba vacío, cenamos en casa. Al acabar, nos bajamos a la Misa del Gallo a nuestra nueva parroquia. Yo me encontraba muy, muy, muy cansada, pero pensé que sería normal, era tarde y en mis primeros trimestres de embarazo... a las 8 dejo de ser persona.
Volvimos de la Misa del Gallo y fui a mi habitación a ponerme el pijama... cuando bajé mi ropa interior... estaba LLENA DE SANGRE. Me quedé en shock, mi cabeza dijo: "no está pasando, súbete las braguitas y sigue con tu vida". Eso hice, pero al momento dijo otra vez: "¡Qué haces! ¡Tienes que irte al hospital!"
Ahí fue cuando me puse a llorar. Sí, sí, lloré, lloré muchísimo. ¡Cómo no iba a llorar! Los niños se asustaron y lloraron también. Di por hecho que mi bebé se iba sin que yo pudiera hacer absolutamente nada. No os imagináis (salvo las que por desgracia, hayáis pasado por una situación parecida, y desde ya os mando otro abrazo inmenso) LA IMPOTENCIA TREMENDA de ser consciente de que NO PUEDES HACER NADA... SOLO REZAR (si es que te sale...), suplicar para que el sangrado PARE antes de que el bebé que llevas dentro, aunque sea tan pequeñito como una lenteja, NO SE MUERA (porque está vivo, sí, con 5 semanas, está vivo) Así que... Quién como Dios, otra vez.
En ese momento solo me salió acordarme de una pequeñita con el nombre más bonito del mundo que había nacido al Cielo un par de meses atrás y a la que estaré eternamente agradecida por su intercesión, ya que encomendé mi bebé directamente a ella.
Hablé con mis padres (a los que gracias a Dios les había dado la noticia por teléfono porque no les había llegado la Tarjeta) y les pedí que me llevaran al hospital.
Mientras venían, intenté explicar a los niños lo que estaba pasando: NO SABÍAMOS SI EL BEBÉ SEGUÍA VIVO EN MI BARRIGA O SE HABÍA MUERTO, y tenía que ir al hospital a averiguarlo. R se fue a su cama y lloró muchísimo (llevaba un tiempo pidiendo a Jesús un hermanit@), pero entre llanto y llanto se quedó dormida. S lloró muchísimo, pero entre llanto y llanto... Con la ayuda de J, metió al Niño Jesús pequeñito de su Belén en el bolso que yo estaba preparando para el hospital. Me esperó despierto.
Llegaron mis padres y me llevaron al hospital. No era mi hospital de siempre, era el que estaba más cerca de mi casa (a 10 minutos, literalmente). En la sala de espera de Obsetricia... estaba completamente sola (era Nochebuena y serían las 2 de la madrugada). Las lágrimas no paraban de salir de mis ojos y también sentía cómo la sangre no paraba de salir entre mis piernas: no me sentía embarazada, sentía contracciones de regla.
Cogí el móvil y pedí oraciones: yo seguía en shock. Lo único que me salía decir era: "Ya te vale, Señor, podrías haber elegido otro día para esto... no en Nochebuena" Pero me acordé del Niño Jesús que había metido S en mi mochila: pequeñito, desnudo y en una cuna de paja en mitad de la noche... ¡No podía reprocharle nada al Dios que, siendo Dios, nació en aquellas condiciones!
Por fin me llamaron de Ginecología. Entré en la consulta y me senté como me pidieron qué hiciera. Eran dos, una ginecóloga y una auxiliar:
-"Qué te pasa"- dijo la ginecóloga.
-"Que estoy embarazada de 6 semanas y he empezado a sangrar, no sé si estoy teniendo un aborto"
-"Eso tendré que decidirlo yo, no vas a saber tú más que los profesionales"-contestó la doctora... Empezábamos mal... "De hecho... ojalá pudiéramos decidirlo nosotras (pensé)"
-"¿Cuántos hijos VIVOS tienes?"- preguntó.
-"Tengo tres hijos NACIDOS A TÉRMINO"-contesté, intentando que con mi puntualización, la señora cayera en que necesitaba un poquitito más de empatía en UN MOMENTO ASÍ.
-"¡Ah, bueno!"- respondió con tono de "tienes suficientes, qué más da uno más o uno menos", o así lo recibí yo...
Después de hacerme algunas preguntas más sobre el sangrado, me ordenó que me quitara la ropa y que me subiera a la camilla: -"Pero ábreme bien las piernas eh, que la que tiene que trabajar ahí en medio soy yo"
Quiero creer que estaba de mal humor porque le había tocado guardia en Nochebuena y encima había ido yo a despertarla, porque NO HAY DERECHO a que ningún "profesional" (porque con esto demostró que de profesional tenía solo su auto-etiqueta) de la salud (ni de nada) trate así a una persona, menos aún si es una madre que está asustadísima porque cree que está teniendo un aborto, sea su primer hijo o su hijo número 10: NO HAY DERECHO.
Durante la exploración NO VOLVIÓ la pantalla del ecógrafo hacia mí en ningún momento (supongo que su nula empatía fue la culpable de que no pensara que igual yo me quedaba más tranquila si veía ahí dentro a mi lentejilla).
-"No hay hematomas ni desprendimientos que puedan estar ocasionando el sangrado PERO... hay algo que no encaja: según la Fecha de Última Regla (FUR), el embrión debería ser más grande."
-"Entonces... ¿podría estar vivo?"- pregunté, porque era realmente lo único que me importaba saber.
-"Pues no te digo ni que sí ni que no, luego no me vengas a reclamar"- contestó la empatía en persona- "Puede que se haya parado su desarrollo hace una semana o puede que realmente sea de una semana menos de lo que debería por FUR y siga adelante. No podemos saberlo porque es tan pequeño que aún no se ve el latido: hay que esperar. Te vas para casa EN REPOSO y vuelves en dos semanas."
Para mí era suficiente: mi bebé seguía dentro.
Volví a casa y S me estaba esperando: "¿Qué tal está el bebé, mamá?" "No lo sabemos, hay que esperar dos semanas y mientras voy a tener que estar muy tranquila sin hacer nada, se nos han chafado un poco las vacaciones..." "No pasa nada mamá, podemos jugar a juegos de mesa, leer cuentos o ver pelis, ¡eso lo puedes hacer sentada!" (la ginecóloga que me atendió debería, claramente, aprender de S).
Y nos fuimos a dormir. No fui capaz de colocar al Niño Jesús en nuestro Belén familiar (menos mal que el de los niños lo habíamos puesto antes de cenar). El Belén estuvo dos semanas como nosotros: en reposo, ESPERANDO en modo ADVIENTO (con ESPERANZA).
¿Nacer al Cielo en Navidad?
Aunque os confieso que los primeros días... esperanzas tenía muy pocas: No me sentía embarazada, ni un poquito, no tenía náuseas (las tuve dos días, la semana anterior, pero pararon) y ya debería tenerlas (conmigo no fallan), y notaba contracciones en el útero como cuando estoy con la regla: no, estaba casi convencida de que mi bebé no iba a salir adelante.
Y pedí más y más oraciones (he perdido la cuenta de la cantidad de gente que estuvo rezando, GRACIAS), porque si dependía de mí... teníamos un problema porque solo podía llorar. Y lloré sentada en la cama durante tres días seguidos. Pensé en cómo se llamaría, busqué un nombre que sirviera para niño y para niña, porque no sabía qué era. Me salía llamarle Manu (Manuel o Manuela): de Emmanuel, DIOS CON NOSOTROS. Porque aunque estaba tremendamente triste, yo sabía que pasara lo que pasara, Dios estaba con nosotros, más aún en Navidad.
Mi cabeza no paraba ¿Nacer al Cielo en Navidad? Al principio me parecía una "fecha horrible", pero poco a poco fue cobrando algo de sentido, ese sentido que solo puede dar Dios: Navidad significa NACIMIENTO, aunque se nazca directamente al Cielo.
A partir de este año celebraríamos también la certeza de que Manu nacería al Cielo, con dolor, claro, la certeza no me quitaba el dolor. Un dolor "parecido" (salvando las inmensas distancias) al que tendría María al recostar a su hijo en ese pesebre duro y frío que anticipaba la Cruz, también dura y fría... y sin reproches.
Y me acordé muchísimo de todas esas mujeres que conozco (y de las que no conozco) que quieren ser madres y no pueden, no lo consiguen, o que son madres de bebés que nacen directamente al Cielo (porque madres, SON, aunque no de la manera que más nos gustaría), y entendí en primera persona que el duelo perinatal NECESITA ser acompañado y visibilizado porque generalmente, yo la primera, no sabemos hacerlo bien (y aprovecho para mandaros otro abrazo enorme). Y empecé a pensar en cómo iba a recordar a mi #bebé4, en cómo iba a dejar constancia de su existencia cuando no tenía absolutamente nada de él, porque existir, EXISTÍA y yo quería celebrar su vida por muy fugaz e invisible que fuera a ojos de los que no eran yo... y se me ocurrieron muchas ideas que empecé a apuntar y que, GRACIAS A DIOS, NO HE TENIDO QUE UTILIZAR.
¡Está vivo!
Pasaron esas dos semanas ETEEEERNAS en reposo. Tras cuatro días manchando, dejé de sangrar, pero hice mi reposo completito (ahí di gracias porque hubiera sido en Navidad y J estuviera de vacaciones). Mi cabeza ganó a la incertidumbre y llegó aquel esperado 3 de enero en el que tenía que volver al hospital para ver si mi bebé había sobrevivido. De los nervios... cogí un informe médico que NO ERA, pero gracias a Dios me atendieron igual.
La ginecóloga era otra, un poco más amable. Tampoco volvió hacia mí la pantalla del ecógrafo pero, al menos, se mostró más amable que la de nochebuena.
En la camilla, respiré y escuché en silencio: QUIÉN CÓMO DIOS, SOLO DIOS.
"Tiene latido"- dijo la doctora
"¿En serio?" (poco me faltó para levantarme de un salto)
"Sí, y ha crecido lo correspondiente a estas dos semanas. (No os creáis que me puso el latido para que yo lo escuchara y me quedara tranquila...) Hay que corregir la FUR porque es de una semana menos de lo que se correspondería, pero es un embarazo normal"
"¿Y el sangrado, por qué fue?"-pregunté.
"No lo sé, no hay restos de hematomas, ni desprendimientos, ni nada, debió ser de implantación"-contestó.
¿De implantación? pensé... eso era muy abundante como para ser de implantación... Pero me daba igual: mi bebé 4... ¡ESTABA VIVO! (Quién como Dios!!!) Así que cuando salí de allí, lo grité (por whatsapp😂) a los cuatro vientos... ¡ESTÁ VIVO!
Algunos bachecillos más
La paz duró poquito porque fue empezar J el cole.... y volví a manchar. No me lo podía creer, otra vez no... Volví a urgencias, esta vez a mi hospital de siempre y me dieron buenas noticias: al bebé no parecía estarle afectando, podía estar relativamente tranquila.
Allí sí que me enseñaron por fin a mi lentejilla (es más, me imprimieron una foto) y me pusieron el latido, y respiré. Pero seguían sin saber de dónde salía el dichoso sangrado. "A veces pasa, mientras sea marrón y menor que regla no te asustes" (que no me asuste...)
Y así estuve durante muchas semanas. Sangraba unos 3 días cada semana. Y me dolía, y no podía coger a M porque me dolía, y tuvimos que dejar de repente nuestra bonita lactancia (sin estar preparados😢), y esos días tenía que hacer reposo con J en el cole, y me encontraba terriblemente mal, como si me hubieran absorbido todas las energías y solo pudiera concentrar las que me quedaban en respirar. Gracias a Dios, en medio de todo esto llegaron las náuseas (las más fuertes de los 4 embarazos) y di gracias por ellas: las estaba deseando.
Para completar el cuadro, supongo que de tanta visita a urgencias (porque por vida social no fue) me contagié de Covid (y conmigo, M y J... S y R no lo sabemos).
Cuando por fin me recuperé y terminamos todos los confinamientos, tuve mi ansiada primera cita oficial de este embarazo, y mi ginecóloga de siempre (que es estupenda y que ahora valoro infinitamente más después de haber conocido otras dos...) no paró de explorar hasta dar con los motivos del dichoso sangrado: sí que había desprendimiento.
Respiré, porque lo de no saber el origen me hacía pensar en un montón de cosas terribles. El sangrado era "normal" entonces y seguiré manchando hasta que no se reabsorba el hematoma (que no parece estar afectando al bebé). Me controlarían cada dos semanas.
Y dos semanas más tarde, en la siguiente ecografía, Manu, se transformó en Miguel porque era Dios con nosotros, pero sobre todo era QUIÉN COMO DIOS: Quién como Dios pretende tener la última palabra en nuestra historia, por enrevesada que parezca a veces.
Hay alguna cosilla más por ahí, pero para no hacer más eterno el post, vamos a centrarnos en lo importante: que Miguel sigue creciendo estupendamente, como si no fuera con él la cosa y que, si Dios quiere, nacerá en la tierra en Agosto... y se va a enterar de lo que vale un peine por haber asustado así a su madre😜... Que no😂, que si siempre he tenido unas ganas tremendas de que llegara de una vez el parto para conocer la cara de mis hijos... No os imagináis las GANAS INMENSAS que tengo de conocer la de Miguel... y RESPIRAR.
Gracias
GRACIAS a mi familia por contestar ese whatsapp desesperado y a mis padres, por volver corriendo en Nochebuena para acompañarme al hospital aunque no fueran a dejarles entrar. No podía pasar "nada malo" si ellos estaban en la puerta.
GRACIAS a la matrona maravillosa que tenemos en la familia, que me cogió el teléfono a las 2 de la mañana y que no se volvió a dormir hasta que salí de urgencias.
GRACIAS a todos los que rezasteis, preguntasteis, sostuvisteis y acompañasteis de mil maneras esas dos semanas eternas de incertidumbre (y estas 10 semanas siguientes)... Sin vosotros me habría podido la desesperanza.
Cada día doy GRACIAS por la vida de Miguel que, con actualmente escasas 16 semanas de existencia intrauterina (aprox... porque a ciencia cierta no lo sé), ha dado mucho fruto y suscitado muchísimas oraciones (y espero que dé muchos frutos más 😉😉).
GRACIAS Miguel por demostrarnos que la vida es un milagro... Y la muerte, otro. Que estamos llamados a una vida más grande y plena y que no, que esto no se acaba aquí, que vivimos para el Cielo en la Tierra.
GRACIAS Miguel por demostrarnos que es real nuestra vocación de llegar y llevaros a la Meta: Juntos al Cielo.
Y GRACIAS por regalarme sentir cómo te mueves desde la semana 12 (para compensar el susto😜): a ninguno de tus hermanos pude sentirlos tan pronto.
Dicen que es imposible que una madre sepa cuándo se queda embarazada, yo sí lo sé. También dicen que no se puede sentir al bebé en las primeras semanas de gestación, yo sí lo "siento", yo le hablo, le doy los buenos días y las buenas noches, pienso su nombre y le quiero desde que es un "conjunto de células", desde ese momento en que mi cuerpo me dice: "sorpresa, no te lo mereces pero has sido elegida para co-crear una nueva vida, una vida que Dios lleva soñando toda la eternidad para que, cuando llegue el momento, nazca para siempre al Cielo".
Definitivamente... ¡QUIÉN COMO DIOS!
Gracias infinitas por haber llegado hasta aquí 😊
PD: La eco que encabeza el post, es de Miguel con 12 semanas de gestación... SOLO 12 semanas y se ve así de espectacular...
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