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INSTAURAR LA LACTANCIA Y VISITAS POSTPARTO (Una lactancia poco idílica, parte 3)



Y sí, de nuevo llegamos al tema de las visitas (pero ya es la última vez, lo prometo)... Hace dos domingos os contaba que nuestro primer obstáculo en la lactancia fueron las grietas, el frenillo y las obstrucciones. A este obstáculo se añadió lo que realmente suponía para mí la lactancia a demanda... y no puedo dejar de lado este tercer (y último) obstáculo porque, aunque lo he dejado para el final, en el caso del nacimiento de S (con R lo supimos controlar mejor, porque ya nos lo sabíamos) fue una bomba. 

Ante todo, quiero dejar claro que mi intención no es ofender a nadie y que estoy agradecidísima por tantísimas muestras de cariño que tuvo tanta gente con nosotros (porque en el fondo, las intenciones de las visitas, no son otras sino mostrar el cariño a la familia y su ilusión por el nuevo bebé). Eso que quede claro, que lo sé y lo agradezco.

Pero también es cierto lo que ya he dejado caer por aquí alguna vez... que no siempre sabemos querer a los demás haciendo lo que realmente es mejor para aquellos a quienes queremos.

Por tanto: pido disculpas de antemano si alguien se ofende, pero pido también que intentéis poneros en mi situación de entonces y entenderme. 

¡Os cuento!

Las visitas en casa 

Ya os he puesto al corriente del tremendo agobio que supuso para mí este tema en el hospital, e incluso el día de llegada a casa... pues bien, la cosa no acabó ahí: las visitas fueron un chorreo constante de gente durante cuatro meses... ¡cuatro meses! Claramente no supimos poner límites, cedíamos siempre... y eso no puede ser.

Bien es cierto que nuestra pequeña familia tenía dos circunstancias añadidas muy especiales:


  • J estaba en el paro, por lo que el pensamiento general hacia nosotros era: están de vacaciones y tienen todo el tiempo libre del mundo independientemente del día y la hora. 
  • Fuimos los primeros en tener un hijo tanto de nuestras familias como de nuestros grupos de amigos más cercanos, así que había mucha curiosidad y expectación, así como desconocimiento por parte de los que nos rodeaban (y por nuestra parte también, obviamente). 

Lo que me agobió de la situación
Había gente que quería venir (y venía) todos los días, o todas las semanas... Además daba igual la hora, podían pasarse toda la mañana o venir a las nueve de la noche al salir de trabajar, podían venir solos o de repente acompañados de tíos, abuelos, primos, novios, amigos... 

Yo cuando recibíamos los avisos de "Vamos a las...", "Hoy nos pasamos a..."... me rebelaba por dentro: "¡Pero no entienden que no puede ser! ¡Que la vida de la recién estrenada familia tiene que intentar establecerse dentro de una normalidad, no con la casa llena de gente todos los días!". 

Con esta dinámica, S estaba constantemente de mano en mano y de foto en foto, (manos que no siempre estaban limpias... porque la gente se ofende también si les pides que se laven las manos antes), y daba igual si estaba dormido o al pecho, había que cogerle sí o sí (porque la gente había venido a eso) "Que lo coja fulanito que aún no lo ha cogido"... (y se muere si no lo coge ahora, que está dormido o mamando). 

Otras personas le besuqueaban demasiadísimo, metían sus manitas en sus bocas para jugar con él, metían la cabeza dentro del cambiador si había que cambiarle (le sujetaban las piernas, los brazos, las manos... el caso era tener contacto con el niño aunque fuera mínimo)... muy estresante y anti higiénico todo

El pobre S solo lloraba y lloraba de puro estrés y claro, solo se calmaba al pecho, y yo evitaba todo lo posible darle el pecho en esas condiciones porque me agobiaba, había mucha gente y querían ver y asomarse (igual que lo hacían con el cambiador), y no me podía ir a otra habitación porque  a los cinco minutos venían a buscarme porque habían venido a ver al niño y así no lo veían (porque "encima" S hacía las tomas larguíiiiisimas)... 



Si lo tenía alguien y lloraba porque quería estar conmigo y yo le pedía a ese alguien que me lo diera, a veces recibía respuestas como "No, no hombre, con mamá no, que solo quieres estar con mamá, que yo te calmo, déjame intentarlo...", esas veces tenía que contenerme muchísimo para no ponerme a gritar, soltar alguna bordería... pero sobre todo para no llorar delante de ellos... de verdad, me gustaría poder transmitir la sensación de agobio, impotencia, invasión... que vivía en aquellos momentos

Por la noche (9, 10...) la gente se iba, y ahí nos quedábamos nosotros, rotos de cansancio y con tooooda la casa por hacer y un bebé histérico que no se calmaba con nada, al que aún teníamos que bañar, cambiar, dar el pecho... y además cenar nosotros e irnos todos a dormir... No, definitivamente, mucha gente (otros sí) no supo ponerse en nuestro lugar. 

Cuando por fin nos íbamos a la cama yo le decía a J que no podíamos seguir así, que no, que S ya tenía tres meses, o dos, o los que fueran, que necesitábamos volver a la vida "normal", que necesitábamos establecer una rutina familiar, no podíamos estar acostándonos a la una o las dos de la mañana casi todos los días, no podíamos invertir nuestras tardes y mañanas en atender visitas, no, teníamos que hacer cosas nosotros, limpiar, estudiar (no olvidemos que a todo esto, J se seguía sacando la carrera), buscar trabajo, dar paseos nosotros solos, descansar, pensar, hablar, escuchar el silencio, jugar nosotros con nuestro hijo, aprender a ser padres, reconducir nuestro día a día con la novedad de tener a S, disfrutarlo (que en esas condiciones era imposible disfrutar de nuestro hijo y de nuestra recién estrenada m/paternidad) y ver que éramos capaces de vivir... no de sobrevivir...

Además, veíamos cómo personas con las que nos apetecía estar (como nuestros amigos más íntimos) y a las que echábamos de menos, porque nos entendían, nos daban tranquilidad, nos ayudaban a desconectar, nos podíamos desahogar... eran las que se iban quedando en último lugar en "el orden" de visitas y al final no tenían hueco para venir, o venían poco, o tenían que compartir su tiempo con otros que ya venían demasiado...

Como dice J, la sensación era de que cada uno tenía una barrita de energía (como en el juego de los Sims) que se llenaba cuando veía a S, y se vaciaba a los días, y tenían que volver a venir para llenarla... y así eternamente.

Pues lo que digo, cuatro meses, desde Septiembre hasta después de las Navidades, hubo gente que aún seguía insistiendo. Y ahora que me nieguen que las visitas no interfieren en la instauración de la lactancia... había días que podía estar la mañana entera y luego la tarde entera, sin poder darle el pecho a S decentemente, en calma, en paz, sin tener que cortarle porque había que hacerle foto con Fulanit@, practicando bien el agarre y la postura, escuchando que realmente estuviera tragando... y luego esos recuerdos machacaron mi conciencia cuando S empezó con los problemas de peso. 

Yo, fui tragando, tragando, tragando... y tanto tragué que empecé a no soportar a algunas personas (aún sigo luchando con aquella asociación negativa). Todo lo que tragué, se me acumuló, explotó después... y me convertí en una especie de "insociable e intransigente con el tema de las visitas a los recién nacidos" a ojos de muchas personas (incluso a mis propios ojos). Pero es que... ¡necesitaba intimidad con mi bebé! Necesitaba ver que éramos capaces de llevar una vida de padres normal, que era capaz de levantarme, desayunar, asearme, salir a la calle, limpiar mi casa y vivir mientras cuidaba a mi bebé. 

Algunos días deseaba realmente huir a una cueva con mi S, de verdad. Y este deseo y la sensación de ser una desagradecida ante tantas muestras de cariño me hacían sentir la peor madre del mundo (luego entendí que este deseo es completamente normal y natural). 



¿Qué decisiones fuimos tomando para "controlar" el tema de las visitas?

Como lo de la cueva no era viable, poco a poco fuimos aprendiendo (aunque aún nos queda un rato) a decir que no (y a no sentirnos culpables por ello), y fuimos buscándonos nuestras mañas para intentar controlar aquel aluvión de gente... Como por ejemplo:
  • Ir un domingo a casa de los padres de J a comer y otro a casa de los míos, y aprovechar para decirle al resto de la familia que íbamos a ir y que vinieran después si querían a ver un rato al niño. Así juntábamos muchas visitas de un solo golpe y luego no teníamos que recibir esas mismas visitas en casa. Además salíamos de casa (porque con gente siempre en casa no podíamos ni salir a la calle) y cuando estábamos cansados o S se ponía pesado, nos íbamos, sin tener que gastar esfuerzo en "echar" nosotros a nadie. 
  • Hacer un grupo de Whatsapp de familia extensa y mandar a diario fotos y vídeos de S... (Como decía J, esto mantenía las barritas de energía llenas durante más tiempo).
  • Yo hice un "horario de rutinas" (sin sentido alguno, como imaginaréis, porque S tenía 3 meses) que colgué bien visible en la puerta del salón para que los visitantes vieran que "a tal hora" tocaba baño y a la cama, es decir: que tenían que marcharse. He de decir que funcionó en algunas ocasiones.  
  • Cuando las visitas me saturaban y parecía que iba a perder los nervios, la razón, el respeto... y todo, les dejaba al niño y me iba a duchar para "desconectar y calmarme" (todo lo que me permitía desconectar el escuchar a mi bebé berreando de fondo en brazos de un "desconocido"). Además eso hacía que, en cuanto salía de la ducha y me ponía el pijama, los visitantes también entendieran que quizá era hora de marcharse. 

Gracias a Dios (y a alguna otra "ayudita") aprendimos muchísimo y en el postparto de R la cosa estuvo mucho más controlada (pero ya os contaré las medidas que tomamos porque las mantendré con el postparto de M).


Lo que me habría gustado que "las visitas" tuvieran en cuenta 

Yo también he aprendido de esto, y (después de mi experiencia) he entendido que también he sido visitante incordio en alguna ocasión... Así que a raíz de mis vivencias con las visitas me gustaría también dejar por escrito algunas cosas que creo que los visitantes deberían o deberíamos tener en cuenta a la hora de plantearse si visitar o no a un recién nacido (sobre todo si ese recién nacido es mío 😂... porque de verdad, no quiero volver a pasarlo tan mal)

Son cosas muy sencillas y creo que de bastante sentido común, como:
  • Por supuesto, preguntar y no presentarse en ningún sitio (ni hospital ni domicilio) sin avisar.
  • En segundo lugar entender que te puedan decir que "mejor no, lo dejamos para más adelante" (aunque tengas un regalo que va a dejar de valerle al bebé, hazlo llegar por otra vía, o para otra, compra regalos de talla grande, o espera a confirmar con los papás que es tu turno de ir a conocer al bebé).
  • Ponerse en el lugar de la recién estrenada mamá y entender que necesita descansar, que puede que esté incómoda, que puede necesitar intimidad, que a lo mejor no le apetece que todo el mundo la vea sin duchar y en pijama (porque esa es la realidad... no hay tiempo para más algunos días), que puede preferir unas visitas más cercanas a ella que otras y ante todo no juzgarla: está pasando por un momento muy delicado e importante y necesita estar bien, también emocionalmente, para poder atender a su hijo como se merece.
  • Entender y respetar cómo "funcionan" los bebés... es decir, si el bebé quiere comer y justo lo acabas de coger... te aguantas y se lo devuelves a la madre, si quiere dormir o ya está dormido... no lo despiertes, si no quiere que lo carguen personas extrañas... te aguantas también... Un bebé necesita SOLO de su madre, el resto solo son extraños para él, aunque sean de su familia, con tan poquitos meses no lo entiende NI LO VA A ENTENDER. 
  • Lo último que necesitan los papás en esos momentos son consejos infundados, o que les cuentes cómo hacías tú con la intención de que "lo tuyo es mejor que lo suyo". Tampoco les hace falta escuchar todos los días cómo se cuestionan las decisiones que toman en la crianza de SU hij@, con preguntas como: "¿Y no le vas a poner nunca en la cuna? ¿Y hasta cuándo le vas a dar el pecho? ¿Y no le vas a poner nunca chupete? ¿Y no está muy pequeñito? ¿Y no será que el pecho no le alimenta? ¿Pero no había comido ya? ¿No le dejas que llore? ¿Cuándo vas a usar el carrito en vez de la tela esa? ¿No le vas a poner el pijamita que te regalé? ¿No crees que va poco abrigad@? ¿No le vas a llevar a la guardería?" ...  Ahí... es mejor hacer caso a la canción: Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio... no lo vayas a decir. 
  • No esperes encontrar una casa limpia (porque no hay tiempo), ni recogida, ni una madre duchada, vestida, peinada y maquillada... ni mucho menos esperes que te van a dar de merendar... porque los pobres padres, ni tienen por qué, ni tienen tiempo (es más, si es la visita la que lleva unas pastitas... ¡te lo agradecerán seguro!). Y ahórrate comentarios del tipo "Claro... ahora con el bebé se nota que no tienes tiempo para limpiar..." (Comentario real que yo he tenido que escuchar y ante el que tuve que morderme la lengua, porque habría contestado:"No, quien me está quitando mi tiempo de limpiar eres tú!!!").
  • No te apalanques... es decir... visitas cortitas... no obligues a los papás a pasar el mal trago de tener que echarte con indirectas... o directas... Hay horas y horas... y las horas son las de los bebés, las ocho es tarde. 
  • Sobra decir... que, salvo que seas alguien muy cercano, con que vayas una vez, o al hospital O a la casa... es suficiente. No hace falta ir al hospital y luego también a la casa (el bebé es el mismo), ni ir todos los días, ni más de un día... ni todos los meses a ver cómo ha cambiado el niño... no, no Y NO. Tampoco hace falta ir las primeras horas de vida del bebé o las primeras semanas en casa... el bebé no se va a evaporar, tranquil@. 
  • ¡Ah! y por supuesto, si la madre quiere dar el pecho en INTIMIDAD, ya sea tapándose o en otra habitación por el motivo que sea... TE AGUANTAS y no haces comentarios. Es la libertad de cada uno, la madre ya sabe que has ido a ver al bebé, pero resulta que los bebés comen a demanda, y las visitas... les agobian, así que demandan más; y su deber como madre no es dejarte tiempo con su bebé, su deber como madre es instaurar la lactancia, y alimentarlo correctamente, sin interferencias... 
  • no, no existe "el derecho de los visitantes a conocer o ver al bebé"... No es ningún derecho de NADIE (familiar o no)... así que, sé un visitante agradecido (porque los padres pueden estar haciendo un gran esfuerzo para recibirte en esas condiciones) aunque solo puedas disfrutar del niño unos minutos.

Gracias a los "otros visitantes"


Por último, y no menos importante, quiero agradecer a todos aquellos que supisteis entender, o que respetasteis nuestras decisiones aún sin entender, que tuvisteis paciencia para esperar el momento, que nos ayudasteis a descansar física o mentalmente, a los que de verdad veníais para ayudar, que no insistíais constantemente para venir, que preguntabais antes, que aceptabais un "mejor otro día" o que fuéramos nosotros a veros...

Gracias a nuestros padres que también abrieron sus casas a las visitas para que nosotros pudiéramos desahogar un poco la nuestra.

Gracias a los que fuisteis DESCANSO para nosotros, a los que veníais para hacernos pasar un buen rato, a los que nos hacíais reír y olvidarnos de "lo malo", a los que ESCUCHASTEIS verdaderamente nuestros llantos, nuestras historias escatológicas, nuestros agobios de padres primerizos, a los que nos dijisteis que lo estábamos haciendo bien aunque no estuvierais de acuerdo con nuestros "métodos", o que no teníamos por qué ser súper papás, a los que traíais patatas, jamón, bollos y pastas (incluso sin quedaros a tomarlas), a los que respetasteis nuestra INTIMIDAD... GRACIAS, GRACIAS Y MÁS GRACIAS. 


¡Pues hala! Como veis, ya me he desahogado 😂

Acabo compartiendo este post de bebés y más que a mí tanto me consoló en esos momentos en los que me sentía un "bicho raro", una insociable y una desagradecida por desear intimidad (o vivir en una cueva) en esos días tan importantes.

Y como siempre, GRACIAS por leerme. Nos vemos el próximo domingo con un tema un poco... polémico pero que también creo que es importante visibilizar.


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